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Desde que los coches sin carnet comenzaron a circular por las calles españolas a finales de los años 90, este tipo de vehículos se ha convertido en un elemento cada vez más presente y demandado por personas de las más diversas edades. El aumento de sus ventas ha ido desterrando su tendencia a ser vehículos de ámbitos rurales o personas mayores para dar paso a nuevos públicos, sobre todo el adolescente. Los padres ven en esta forma de desplazarse mayor seguridad y comodidad por lo que comienzan a sustituir a los clásicos ciclomotores en el ámbito juvenil.

La ley obliga a contratar para su conducción un seguro obligatorio de responsabilidad civil, tal y como sucede con cualquier otro vehículo de motor, con el objetivo de cubrir los daños personales y materiales que su conducción pudiera ocasionar a terceros. Las opciones que los usuarios de los llamados microcoches tienen a la hora de rodar con ellos son 3.

Por un lado, está la básica de un seguro a terceros, que cubre esos daños materiales o personales que se pudieran ocasionar. La siguiente opción es la de terceros con asistencia en viaje, que permite unos extras muy prácticos para cualquier problema que surja sobre la marcha. Por último, podemos inclinarnos hacia la opción más completa que es la que añade la cobertura de rotura de lunas. Por si acaso.

Como ya sabemos, este tipo de coches, con una velocidad máxima de 45 kilómetro a la hora, son aptos para conducir desde los 15 años sin necesidad de cumplir con la obtención del carné tipo B. Este condicionante de la edad hace que no todas las compañías estén dispuestas a suscribir pólizas a conductores tan jóvenes, en los que ven un perfil de mayor riesgo para su negocio. Pero ello no debe ser un impedimento para su uso. Si les sucede pueden dirigirse al Consorcio de Compensación de Seguros que tiene entre sus funciones que aquellos que no sean admitidos por las compañías tengan su obligatorio seguro.